dilluns, 30 de gener del 2012

-Relato digital-

          La calle tenía formas distintas, y adquiría colores brillantes . La niebla danzaba por las esquinas y abrazaba el ambiente. Los árboles eran plateados, y las ramas llegaban hasta donde mis ojos no alcanzaban ver. El viento mecía las ojas que se revoloteaban por delante del parque. Allí, nada era real, sólo el muro que tenía delante lo era. Un muro manchado de sangre y llantos.
                                                                  
                                                                                  [...]

          Desperté y la realidad me azotó de una manera brutal. Me tambaleé y tuve que sujetarme a lo que tenía más cerca, un árbol. De lo que había vislumbrado ya no quedaba nada, simplemente eran percepciones mías, y tuve que afrontar la realidad. Todo lo que estaba desapareció, y ahora solo quedaba una parte de ese paisaje.  Ese muro en cambio, seguía ahí,  no se había movido. Entendí que mi mente me había jugado una mala pasada, y que había suprimido algunos recuerdos que eran demasiado duros como  para recordarlos. Creo que el cerebro humano lo hace como mecanismo de defensa cuando nos sentimos amenazados. Supongo que los motivos por los que lo ha hecho tienen que ser buenos. No recuerdo nada y ahora estoy perdida en medio de un muro ensangrentado...

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